La sobre pesca en los
océanos consiste simplemente en la captura de la fauna silvestre que habita en
sus aguas en cantidades demasiado elevadas como para que las especies
capturadas puedan restablecerse.
La primera situación
de sobre pesca se produjo a comienzos del siglo XIX, cuando el ser humano diezmó
la población de ballenas con el fin de obtener grasa para la fabricación del
aceite que empleaba en las lámparas de la época. Algunos de los peces que
comemos, incluidos el bacalao, el arenque del Atlántico y las sardinas de
California, fueron asimismo capturados en cantidades tan elevadas que
estuvieron al borde de la extinción a mediados del siglo XX.
En los últimos 55
años, a medida que la pesca de todas las especies ha tenido rendimientos cada
vez menores, el hombre ha empezado a comprender que los océanos que antes
creíamos infinitamente inmensos y ricos son en realidad muy vulnerables y
sensibles. Si añadimos la sobrepesca a la contaminación, el cambio climático,
la destrucción de hábitats y la acidificación, nos encontramos con un sistema en
crisis.
Muchos científicos afirman que la mayoría de
las poblaciones piscícolas podría reponerse con una gestión más activa de la
pesca, una mejor aplicación de la legislación que regula las capturas y un
mayor uso de la acuicultura. Y en muchas regiones, hay motivos para la
esperanza. Sin embargo, la pesca ilegal y la explotación insostenible todavía
abundan en la industria. Y un público que se ha acostumbrado a disponer de
abundante pescado y marisco, y que se muestra indiferente ante la grave situación
de los océanos complica las iniciativas encaminadas a reparar el daño que hemos
causado.
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